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JARDINES

Cierra, protege e invita. La puerta, la entrada al parque monumento, pone de manifiesto una tensión: queremos que entren, que conozcan, que recuerden, que hagan pasar por su corazón lo aquí custodiado, pero en ocasiones entra el mal, la violencia, las amenazas que con grafitis prometen la desaparición y la muerte, los explosivos y las armas que buscan amedrentar con sus huellas sobre las paredes y los vidrios, la indiferencia. Debemos proteger el lugar, cerrarlo, aunque siempre quisiera estar abierto. Se habla de dignidad, libertad, amor, vida, resistencia, sabiduría, alegría, paz, verdad y justicia. Son conceptos que hablan de prácticas y posibilidades que allí se cristalizan ante el fenómeno del mal.

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Es un lugar lleno de retazos, de huellas de múltiples propuestas, un tejido que abriga y protege. Una de esas huellas se presenta como naturaleza e intervención del paisaje. Desde la entrada, subimos al monumento y poco a poco empezamos a divisar la totalidad de la cabecera municipal. No es menor el mensaje, poco a poco va emergiendo la comprensión, la geografía de la zona, la importancia de su control hasta el cañón de garrapatas para los carteles y las guerrillas que buscan pasar la droga hacia el pacífico, poco a poco van emergiendo los lugares donde ocurrió la masacre, la historia de la infamia, así como la lucha y la resistencia ante el daño. El monumento se alza sobre el municipio como recordatorio que no es posible dejar de ver, como denuncia y a la vez, mirando hacia arriba, como esperanza.

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En los jardines donde crecen las sábilas, también se siembran las cruces. El gesto es doble, de los muertos se esperar cosechar esperanza, reparación, justicia; la planta, por su parte, se erige como símbolo ante la muerte prometiendo el alimento, la cicatrización, el bálsamo. Junto a un canal, hay un árbol herido, un árbol cuya corteza quiso ser cercenada, amputada y, sin embargo, se mantiene fuerte y sano, lleno de hojas nuevas, pero siempre exhibiendo su cicatriz: recuerda a Tiberio, recuerda al símbolo de AFAVIT. Otro árbol, por su parte, ha sido bautizado, se le ha impreso una cruz como homenaje a Alba Mery Chilito, fundadora del parque monumento, quien fue asesinada por paramilitares el 7 de febrero de 2013. Ante la muerte, se busca plasmar un rostro que sigue retoñando y exige justicia. El parque es un campo santo donde crece la vida y se busca redimir la muerte. La historia sigue siendo trágica, el testimonio se enfrenta a la violencia y allí, los jardines también se convierten en testigos.

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Todo pasa. Ello puede ser consuelo, pero también angustia ante la conciencia de la naturaleza propia de la huella. Su destino es desaparecer. Se trata de una presencia que anuncia otro mundo, un más allá, un pasado, mientras se desvanece. Presencia efímera. Hablamos de una tensión: la memoria solo es posible como huella, como presencia que se desvanece, mientras busca la permanencia y hacer frente al olvido. La forma de hacer resistencia a aquello que borra las huellas, es la huella que se borra. Incluso en las piedras que buscan dejar una marca profunda en el paisaje, la huella se ve borrada por la naturaleza que reclama el territorio. Allí el gesto de la memoria se plastifica. Las piedras que claman por paz, por el rostro, por el arte, por respeto, por amor, por la memoria de los desaparecidos, deben estar todo el tiempo protegiéndose, actualizándose, re-pintándose, cuidándolas de ser desaparecidas por la mala hierba que crece a su alrededor. Son pilares que, aún sólidos, son frágiles. 

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En la cima del terreno se encuentra el espacio que fue indicativo, señal, para la construcción del monumento. Allí crecían dos guamos abrazados que, para los miembros de AFAVIT, fueron la señal que les permitió decidir que ese sería el lugar donde construirían el parque, que allí crecería el abrazo fraterno que Trujillo necesitaba. Uno de esos árboles ha muerto; no obstante, hoy día se ha sembrado un árbol que crece para abrazar de nuevo el antiguo. Actualización de la huella. En el árbol de más años, por su parte, se encuentran las huellas del amor que se imprimen sobre el abrazo de la naturaleza. Promesa de actualización sobre el tronco que vigila al municipio, para que lo ocurrido nunca más vuelva a ocurrir (aunque sigue ocurriendo).  

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